jueves, abril 26, 2007

Los Loyola en Loyola


Título muy currado y rebuscado... Con motivo de la celebración de San Jorge en Aragón, que no en Vitoria, mis papis con Pableras decidieron hacer un viajecillo un poco paliza, pero contaban con un día para reponerse. El sábado llegaron a Vitoria por la mañana, y dedicamos la expléndida y calurosa jornada para pasear e ir de compras por Vitoria. Para ser más exactos, comprarle cosas a Pablo, que yo lo único que saqué fue un billete de tren para esta semana, que no está mal, pero no te pone encima ni puedes lucir... Por la noche por fin visité dos barecillos de mi calle que ya tenía ganas, el Harley Davidson y uno de Jazz, de los que nos volvimos pronto, tanto por la fatigosa jornada transcurrida, como por aquella que llegaba.
Llegó el domingo y, con elo, una nueva aventura. Y no me refiero al viaje en sí, sino a encontrar una cafetería de mi barrio abierta a las 10 de la mañana. Eso sí que es una cosa que echo en falta de Zaragoza pues, ya sea por la gente que va de empalmada o por diversos madrugadores, siempre encuentras cafeterías abiertas y no muy vacías precisamente. Acabamos yendo al Gran Hotel Lakua pues, tal y como sugirió mi mami, ése debía estar abierto. Ya con el estómago calmado, nos pusimos en viaje. Un pequeño desliz en el desvío y llegamos a nuesro destino, no sin antes ser orientados por un gasolinero de Tauste, que tuvo que aguantar el humor tan particular de mi papi... El sitio era precioso, lleno de gente de los dos pueblos cercanos, niños con bicis y patines así como gente muy arreglada que iba a misa. Resulta curioso ver tu apellido en recuerdos del lugar y carteles varios. Tras comer, regresamos a Vitoria, donde me dejaron tirada en el silón viendo la tele mientras se ponían en viaje, de vuelta a Zaragoza. No me dieron envidia en ese momeno, pero sí a las 7:30 del día siguiente, cuando me preparaba para ir a trabajar mientras ellos seguían durmiendo.

viernes, abril 20, 2007

La previa de la boda del año

A paser de las tres horas en bus que nos separan, las chicas y yo preparamos una fiestecilla de despedida de soltera a nuestra querida Emma porque sí, porque se lo merece y porque somos así, ¡toma! La cosa no fue sencilla... El disfraz a escoger lo teníamos claro: de jueza. La ideal fue fáci, ahora sí, encontrarlo no. Ellas desde Zaragoza, y yo en Vitoria, visitando tiendas de disfraces y de todo tipo donde poder encontrar un disfraz a la altura de la circunstancia. Finalmente, en esta ciudad amante de carnavales en la que actualmente vivo, logramos nuestro objetivo, y aquí podéis ver el resultado.
La pena fue que, tanto tiempo buscando el disfraz de la protagonista nos restó tiempo para buscar el de las invitadas, de presas, bien sure. Menos mal qe las chicas son unas artistas natas, y con camisetas negras, cordón, telas, rotuladores, esposas y diversas cosillas, conseguimos un uniforme bastante currado.
Nos fuimos juntas de cena, sin boy por petición de la novia, pero con espectáculo de todos modos. Fue genial oir a todo el restaurante coreando su nombre...
Después unas copichuelas por aquí, otras por allá y quedamos con la despedida paralela, versión masculina. Fue una pena quedarme sin pilas en la cámara y no poder fotografiar a ñako de Pipi Calzaslargas, pero no dudo en hacerme con alguna copia de alguna de las numerosas cámaras de esa noche.
En mi opinión, fue una manera magnífica de calentar motores para el acontecimiento de la temporada, que tendrá lugar el próximo de mayo. Espero ansiosa la llegada de dicho día.

Finalmente cuento con la foto del novio-Pipi que pongo a vuestra disposición. No dudo de que al verla, podréis haceros una idea total de lo que la noche dio de sí...


martes, abril 17, 2007

Une autre fois, Paris


Así es, tercera Semana Santa consecutiva que paso en Paris, y no me importaría que se conviriese en una tradición aunque, como dice mi mami, cada vez hacemos algo nuevo. Aprovechando que una servidora, como todos sabéis, actualmene reside en Vitoria, decidimos ir esta vez en el tren-hotel que va directo, con lo que amanecíamos a las 8:30 - 9:00 en mi querida Ciudad de las Luces. Decidimos comenzar nuestros bien estudiados días de turismo por visitar la Torre Eiffel y es que, a pesar de pasasr un año allí, apenas tenía fotos yo sola con dicho monumento, falta que he cubierto ampliamente en este viaje, con dos cámaras y mi papi y el Pableras ejerciendo de paparazzies. El día dio para mucho ya que, tras llenar media tarjeta de fotos la primera mañana y pasear un buen rato, fuimos al Museo Grevin de cera. Una cosa más a tachar de la lista de sitios pendientes. Cuando acabe con ella, mi idea es empezar de nuevo...
Por la tarde, la siempre obligada visita a Montmattre, donde dimos un rodeo a causa de la averia del Funicular, y donde presenciamos un botellón a la francesa en las escaleras del Sacre Coeur, vamos, igualito que en España. Por la noche, a pesar de mi cansancio, me acerqué a mi querida Cité a ver a mi más querida Cata, que me puso a día de su vida parisina, ¡te queremos agüeli!
Segundo día, resacosa y con agujetas, pero con ganas, tocaban los museos: Saint Chapelle, Orangerie, Moyen Age, Panthéon y Pompidou. No es mal ritmo, pero el sol y el calor acompañaron toda la jornada, lo que facilitó la tarea, añadiendo el hecho de que por fin visité un Starbucks, mi anhelado café americanozado.
Llegó el sábado y tocaba tachar una nueva tarea pendiente: Las torres de Notre Damme. Gracias a los numerosos descansos en las escaleras y a los cuidados del Pableras, llegué sin problemas a lo alto de las mismas, y lo cierto es que mereció la pena. Creo que es una de las cosas que recordaré con más cariño de este nuevo viaje. Tras ello fuimos al Museo D'Orsay, pero yo ya empezaba a acusar el cansancio, con lo que di una rápida vuelta y esperé al resto en la cafetería. tras comer, echamos una siestecilla, tras la cual me fui con los papis al Arco del triunfo, Campos Elíseos y Louvre, mientras Pablo me tomaba el relevo en la siesta, y es que por mucho metro que haya, las escaleras y pasios del miso se las traen...
Domingo, último día. Visita a Saint Sulpice (sin nungún Silas asesina-monjas suelto por ahí), medallón Aragó y compras pendientes (unas pocas). comida y últmo paseo parisino para coger el tren en el que enseguida fuia doremir para despertarme alas 4:00 y descender en mi querida Vitoria, más aún después de la gozosa paliza.